La cocaína “no es peor que el whisky” y solo es ilegal porque proviene de América Latina, afirmó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante la transmisión en vivo de una reunión del gobierno.
Colombia es el mayor productor y exportador de cocaína del mundo, principalmente hacia Estados Unidos y Europa, y ha pasado décadas combatiendo el narcotráfico.
Durante una reunión ministerial de seis horas — transmitida en vivo por primera vez — el presidente de izquierda declaró: “La cocaína es ilegal porque se produce en América Latina, no porque sea peor que el whisky.”
“Los científicos han analizado esto. La cocaína no es peor que el whisky”, añadió, sugiriendo que la industria global de la cocaína podría ser “fácilmente desmantelada” si la droga se legalizara a nivel mundial.
Petro oferta paz
“Si quieres paz, tienes que desmantelar el negocio (del narcotráfico)”, dijo Petro. “Podría desmantelarse fácilmente si legalizan la cocaína en el mundo. Se vendería como vino.”
El presidente también señaló que el fentanilo “está matando a los estadounidenses y no se fabrica en Colombia”, refiriéndose al opioide responsable de alrededor de 75,000 muertes anuales en Estados Unidos, según datos oficiales.
“El fentanilo fue creado como un medicamento farmacéutico por multinacionales norteamericanas”, añadió Petro, “y quienes lo consumieron se volvieron adictos”.
Desde que asumió el poder en 2022, Petro ha intentado negociar la paz con todos los grupos armados que se financian mediante el narcotráfico, con la esperanza de poner fin a seis décadas de conflicto.
La producción de cocaína en Colombia alcanzó un nivel récord en 2023, aumentando un 53% hasta las 2,600 toneladas, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Este incremento se atribuye al aumento en el cultivo de hoja de coca y a la capacidad de adaptación de las organizaciones criminales, que han perfeccionado sus métodos para eludir los controles gubernamentales y expandir su red de distribución internacional.
Las declaraciones de Petro generaron una fuerte polémica a nivel internacional, con críticas provenientes de organizaciones de salud y gobiernos que consideran que la legalización podría agravar los problemas de adicción. Sin embargo, algunos sectores aplauden la propuesta por abrir un debate sobre nuevas estrategias en la lucha contra el narcotráfico, que durante décadas ha fracasado en reducir significativamente la producción y el consumo global de cocaína.