El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, causó revuelo con declaraciones polémicas que incluyen la posible adquisición del Canal de Panamá y Groenlandia, además de una propuesta para renombrar el Golfo de México como el Golfo de América. Durante una conferencia en Mar-a-Lago, Trump defendió un enfoque expansionista para reforzar la seguridad económica y nacional de los EE. UU.
Expansión territorial y controversias de Trump
Trump sugirió que Estados Unidos podría usar fuerza militar o económica para tomar control del Canal de Panamá y Groenlandia. También especuló sobre la posibilidad de convertir a Canadá en un estado estadounidense, describiendo la frontera entre ambos países como una “línea artificial”.
Los gobiernos extranjeros reaccionaron rápidamente. Dinamarca rechazó la idea de vender Groenlandia, mientras que Panamá declaró que el canal permanecerá bajo control panameño. “Las únicas manos que controlan el canal son panameñas”, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Javier Martinez-Acha.
Presiones sobre la OTAN y Oriente Medio
Trump exigió que los miembros de la OTAN aumenten sus gastos en defensa al 5% del PIB, por encima del actual objetivo del 2%. También amenazó a Hamas, exigiendo la liberación de rehenes israelíes antes de su toma de posesión, bajo pena de represalias militares severas.
Expertos advierten que estas declaraciones pueden desestabilizar las relaciones internacionales y comprometer alianzas estratégicas, comparando a Trump con figuras imperialistas del siglo XIX. Mientras tanto, sus aliados defienden que la postura del presidente electo refleja una estrategia para reposicionar a Estados Unidos como una potencia global.
Además de su agenda internacional, Trump enfrentó preguntas sobre sus disputas legales, incluidas acusaciones de falsificación de registros comerciales. También elogió a Elon Musk por su participación en debates políticos, destacándolo como un “tipo muy inteligente”.
Con un enfoque que mezcla expansionismo, presiones diplomáticas y desafíos legales, Trump inicia su segundo mandato con un plan ambicioso y controvertido que promete redirigir el enfoque de la política exterior e interna de los Estados Unidos.