En su estrategia para endurecer la política migratoria y ejecutar deportaciones masivas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha encontrado un aliado clave en América Latina. Mientras enfrenta resistencia de varios países de la región, avanza en un acuerdo con Nayib Bukele, presidente de El Salvador, que permitirá al país centroamericano recibir inmigrantes deportados desde Estados Unidos, sin importar su nacionalidad.
El pacto sigue el modelo de “Tercer País Seguro“, lo que obliga a los deportados a buscar refugio o residencia en una nación intermedia antes de intentar regresar a Estados Unidos. Entre los principales afectados estarían ciudadanos venezolanos, incluyendo supuestos miembros de la organización criminal Tren de Aragua, declarada como grupo terrorista por Trump en su primer día de gobierno.
Bukele, que mantiene altos índices de popularidad tras endurecer la lucha contra el crimen organizado, es visto por el gobierno de Trump como un modelo a seguir en la región. En los últimos años, ha implementado un estado de excepción en El Salvador, aprobando medidas drásticas contra pandillas y elevando la tasa de encarcelamiento del país a niveles récord.
A diferencia de líderes como el presidente colombiano Gustavo Petro, con quien Trump tuvo un tenso enfrentamiento en los últimos días, Bukele se ha alineado con la administración estadounidense en materia de seguridad y migración. En una conversación reciente, ambos mandatarios acordaron reforzar la cooperación para frenar la inmigración ilegal y combatir las pandillas transnacionales.
Durante su primer mandato, Trump intentó acuerdos similares con Guatemala, El Salvador y Honduras, pero fueron revocados tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Ahora, busca restablecer estos pactos, advirtiendo con la imposición de aranceles a los países que se nieguen a aceptar a los deportados.