Por qué Milei quiere que los argentinos saquen los dólares de “debajo del colchón”

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By Isabel Gutierrez

Durante décadas, guardar dólares fuera del sistema bancario fue una costumbre casi sagrada entre los argentinos. Ahora, Javier Milei quiere cambiar esa lógica, y está decidido a traer de vuelta al sistema financiero los millones que se esconden en casas, cajas fuertes y cuentas en el extranjero.

Se estima que más de 246 mil millones de dólares están actualmente fuera del circuito formal en Argentina, una cifra que equivale al 45% del PBI y supera con creces las reservas internacionales del Banco Central, hoy en torno a los 38 mil millones. Es una economía dolarizada desde la raíz, marcada por décadas de devaluaciones, inflación descontrolada y confiscaciones que dejaron cicatrices profundas en la confianza pública.

El propio Milei, en un acto reciente, calificó de “héroes” a los argentinos que conservaron sus ahorros en divisa extranjera, lejos del peso. “No los guardaron por odiar al país, sino porque un grupo de criminales les robaba con el impuesto inflacionario”, afirmó.

Una vieja costumbre, un nuevo intento de normalización

En mayo, el gobierno lanzó un plan que permite blanquear hasta 85 mil dólares sin justificar su origen. Este dinero puede usarse para depósitos a plazo o para la compra de inmuebles de hasta 43 mil dólares. La promesa: ningún castigo ni pregunta por el pasado, en nombre de la libertad económica.

El argumento oficial, respaldado por el ministro Luis Caputo, es claro: dejar de tratar a los que se refugiaron en el mercado informal como delincuentes. “Lo tuyo es tuyo”, resumió el portavoz presidencial Manuel Adorni. Sin embargo, el incentivo generó polémica. Para muchos, la medida premia a quienes operaron fuera de la ley, en desmedro de los contribuyentes cumplidores.

Expertos como Guido Zack advierten que esta informalidad crónica representa un grave obstáculo para el crecimiento del país. Cada dólar guardado “debajo del colchón” es un dólar que no circula, no financia empresas, ni genera inversión. Es una economía paralizada por su propio miedo al sistema.

El FMI también expresó reservas. Aunque no se opuso públicamente, recordó que Argentina se comprometió a mejorar la transparencia y a cumplir con los estándares internacionales contra el lavado de dinero.

El desafío de Milei no es solo económico, sino simbólico. Recuperar la confianza de los argentinos en su moneda y en sus instituciones es una tarea de largo aliento. Todos los presidentes desde 1980 intentaron —sin éxito— convencer al país de que el sistema funciona. La diferencia es que Milei no pide confianza: promete no preguntar de dónde viene el dinero.

¿Será suficiente para romper medio siglo de desconfianza?