El huracán Melissa arrasó varias regiones del Caribe ya vulnerables a deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas, una situación agravada por décadas de deforestación y expansión urbana sin control. Expertos advirtieron que los riesgos podrían continuar durante varios días, mientras bandas de lluvia siguen afectando la región.
La pérdida de bosques y vegetación ha debilitado los suelos y acelerado la escorrentía del agua, lo que aumenta la probabilidad de deslizamientos. Además, el desarrollo de carreteras y construcciones en áreas forestales ha reducido aún más la capacidad natural del terreno para absorber las lluvias intensas.
En Jamaica, donde el huracán categoría 5 descargó vientos sostenidos de 298 km/h y más de 90 centímetros de lluvia, las condiciones siguen siendo caóticas. La electricidad está interrumpida en más del 77% del país y más de 25.000 personas permanecen en refugios. Las autoridades confirmaron al menos cuatro fallecidos en el suroeste de la isla, mientras cuadrillas y vecinos intentan despejar carreteras bloqueadas por deslizamientos.
La ministra de Transporte, Daryl Vaz, describió la situación como “una devastación enorme”. En la parroquia de St. Elizabeth, un deslizamiento bloqueó la carretera principal y el viento arrancó parte del techo de una escuela que servía como refugio público.
Deforestación y riesgo permanente
Casi la mitad del territorio jamaiquino está catalogado con alto riesgo de deslizamientos, y un 30% con riesgo muy alto, debido a su geografía montañosa, suelos volcánicos y actividad sísmica. Entre 2001 y 2024, Jamaica perdió el 7,4% de su cobertura forestal, principalmente por la conversión de tierras para agricultura, según datos de Global Forest Watch. En ese mismo periodo, los bosques húmedos primarios representaron una quinta parte de la pérdida total.
“Cuando se pierden los bosques antiguos, su recuperación tarda décadas”, explicó Elizabeth Goldman, codirectora de Global Forest Watch. La ausencia de vegetación cerca de ríos y quebradas también incrementa el peligro de inundaciones rápidas, que se vuelven más violentas y dejan menos tiempo para evacuar, según señaló la ecóloga María Uriarte, de la Universidad de Columbia.
En Cuba, el paso de Melissa dejó caminos bloqueados y comunidades incomunicadas en las zonas montañosas. Equipos de rescate y maquinaria pesada trabajan para liberar accesos, mientras las autoridades vigilan la posibilidad de nuevos deslizamientos.
El huracán Melissa se intensificó con rapidez inusual debido al aumento de la temperatura oceánica —hasta 2 grados Celsius por encima del promedio—, un fenómeno que los científicos vinculan directamente al cambio climático. “La región está cada vez más vulnerable, no solo por los huracanes, sino por la combinación de lluvias extremas y sequías prolongadas”, advirtió Nicole Leotaud, directora del Instituto de Recursos Naturales del Caribe.
Según la especialista, los patrones climáticos extremos están generando miedo generalizado en la región. “Cada temporada de huracanes trae ansiedad y trauma a nuestras comunidades”, afirmó.

