En noviembre de 2024, El Salvador experimentó una inflación negativa de -0.31%, marcando la segunda cifra negativa del año, según el Banco Central de Reserva (BCR). Este fenómeno, conocido como deflación, también se observó en octubre, con -0.07%. La última vez que el país reportó inflación negativa fue en 2020, en un contexto global afectado por la pandemia de covid-19.
¿Qué implica la deflación para los salvadoreños?
Aunque la inflación negativa puede parecer positiva a simple vista, no necesariamente refleja una mejora en la economía doméstica. Luis Membreño, economista y columnista, señala que el impacto real para la población depende de su capacidad adquisitiva. “La gente sigue percibiendo altos precios en productos básicos. No importa que el índice baje si las familias sienten que su dinero no alcanza”, afirmó.
La división de alimentos y bebidas no alcohólicas, fundamental en el gasto familiar, experimentó una caída de -0.70% en noviembre, reflejando la baja en los precios de productos como arroz y frijoles. Sin embargo, Balmore López, director del Instituto de Investigaciones Económicas (INVE), advierte que esta deflación está vinculada a una disminución en el consumo minorista, consecuencia de los elevados costos de la canasta básica.
Mientras los alimentos mostraron una reducción, otras categorías registraron incrementos. Restaurantes y hoteles lideraron el alza con un 4.20%, seguidos por el sector salud (2.41%) y servicios básicos como agua y electricidad (1.78%). En contraste, el transporte (-5.88%), recreación y cultura (-2.50%) y muebles (-2.26%) experimentaron descensos significativos.
Perspectivas económicas
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que El Salvador cerrará 2024 con una inflación del 2%, bajando a 1.8% en 2025. Estas cifras contrastan con las estimaciones más conservadoras del BCR, que anticipa una tasa entre 1.0% y 1.5% para finales de este año.
Aunque la deflación podría parecer un alivio para los consumidores, los expertos destacan que el desafío radica en restaurar el poder adquisitivo de las familias y fomentar un consumo sostenible, sin sacrificar la estabilidad económica del país.
Artículo basado en reportes del LA PRENSA GRÁFICA.