EE. UU. y México acuerdan solución histórica para frenar aguas residuales en la frontera de San Diego

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By Isabel Gutierrez

Estados Unidos y México firmaron este jueves un acuerdo trascendental para poner fin a una crisis ambiental que ha afectado la frontera común durante décadas. Se trata de los constantes vertidos de aguas residuales desde Tijuana hacia el río del mismo nombre, que cruzan a territorio estadounidense y desembocan en el Océano Pacífico, contaminando playas en la zona de San Diego.

El acuerdo busca acelerar obras clave y proteger el litoral compartido

El memorando de entendimiento fue firmado en Ciudad de México por la secretaria de Medio Ambiente de México, Alicia Bárcena, y el administrador de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA), Lee Zeldin. Ambas partes se comprometieron a liberar fondos para ampliar y mejorar infraestructuras clave del sistema de saneamiento en ambos lados de la frontera.

México invertirá US$93 millones para acelerar proyectos de mejora en el sistema de aguas residuales de Tijuana, algunos de los cuales ahora se completarán hasta cuatro años antes de lo previsto, según informó la EPA. A su vez, EE. UU. desembolsará recursos para concluir, antes de agosto, la expansión de una planta de tratamiento ubicada en su territorio, que procesa aguas residuales bombeadas desde México.

“Esto representa una gran victoria para millones de ciudadanos de ambos países que han exigido una solución definitiva a esta crisis”, expresó Zeldin. Bárcena, por su parte, destacó el carácter bilateral del compromiso: “Estamos resolviendo, de manera conjunta, un problema histórico en la cuenca del río Tijuana”.

Durante años, la rápida expansión urbana en Tijuana, sumada a la falta de inversión en infraestructura, generó un colapso en el sistema sanitario. Hoy en día, hasta 50 millones de galones de aguas contaminadas por día —una mezcla de aguas negras, aguas tratadas y filtraciones de tuberías— fluyen hacia la playa Imperial Beach, al sur de California.

La contaminación ha obligado a cerrar repetidamente el acceso al mar en esa zona, afectando la salud pública y golpeando la economía local, especialmente en el turismo de verano.

La planta de tratamiento operada por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) en territorio estadounidense incrementará su capacidad de 25 a 35 millones de galones diarios, lo que permitirá interceptar más residuos antes de que lleguen al océano.

Por su parte, México duplicará la capacidad de la planta San Antonio de los Buenos, ubicada a 10 kilómetros de la frontera. Esta planta llegó a verter más de 23 millones de galones diarios al mar antes de ser reparada recientemente.

El acuerdo llega en un momento marcado por tensiones bilaterales en temas como migración, narcotráfico y tráfico de armas. Sin embargo, ambas partes mostraron voluntad política para enfrentar juntos esta emergencia ambiental que impacta directamente en la calidad de vida y la salud de miles de personas en la región fronteriza.