Brasil desafía la presión internacional y mantiene a Belém como sede de la COP30

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By Isabel Gutierrez

Ni la escalada de precios ni las advertencias de países en desarrollo han hecho retroceder al gobierno brasileño. A solo tres meses de la COP30, el mensaje es claro: la conferencia climática más importante del mundo se celebrará en Belém, en pleno corazón de la Amazonía. Lula da Silva prometió eso, y no piensa dar marcha atrás.

Fue el propio presidente quien impulsó la candidatura de la ciudad como símbolo del compromiso brasileño con el medio ambiente. Ahora, en medio de una crisis de precios y críticas logísticas, el gobierno reafirma su decisión con fuerza política y narrativa internacional.

Las denuncias sobre los precios no son nuevas. Delegaciones extranjeras llevan meses alertando sobre el impacto del hospedaje en su participación. Algunos hoteles en Belém están cobrando hasta 15 veces más que lo habitual. Las tarifas van desde los 360 hasta más de 4.000 dólares por noche.

La tensión llegó a una reunión de emergencia en el buró climático de la ONU. Algunos países propusieron trasladar parte del evento a otra ciudad. Brasil fue tajante: no habrá plan B.

“El evento será en Belém. También la sección de líderes”, declaró André Corrêa do Lago, presidente de la COP30. El gobierno reforzó esa postura en un comunicado.

Dijo que no se discute el cambio de sede. También reiteró su compromiso con una conferencia “amplia, inclusiva y accesible”.

La realidad, sin embargo, contradice parte del discurso. La plataforma oficial de reservas ya tiene una lista de espera con casi 2.000 personas. Aunque se ofrecieron habitaciones a precios más bajos para países menos desarrollados, los valores siguen siendo altos.

Brasil puso a disposición entre 10 y 15 habitaciones por delegación a un costo de 220 dólares cada una. Ese precio supera el presupuesto diario de 146 dólares que la ONU destina a diplomáticos para cubrir alojamiento, transporte y comidas.

Las críticas no se limitan a los costos. También hay dudas logísticas. Muchos temen que las habitaciones disponibles estén muy distantes entre sí. Otros cuestionan si habrá suficiente oferta de alimentos o si el aeropuerto local soportará la demanda.

El gobierno afirma que todo avanza según lo previsto. Lula ya destinó cientos de millones en obras de infraestructura para preparar la ciudad. Parte de esas inversiones llegaron a través del gobernador Helder Barbalho, aliado clave del presidente.

Belém se mantiene como apuesta central en la narrativa climática brasileña. Lula quiere presentar la Amazonía como símbolo de liderazgo ambiental. Pero para muchas delegaciones del Sur Global, los obstáculos financieros son cada vez más evidentes.

A pesar de las advertencias y la presión diplomática, Brasil sigue firme. La COP30 será en Belém, cueste lo que cueste.