América Latina en la mira: Trump presiona por una postura anti-China

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By Isabel Gutierrez

En medio de una posible nueva escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la administración de Donald Trump busca convencer a los países de América Latina de adoptar una postura más activa contra la influencia china en la región. La estrategia va más allá de las disputas arancelarias y refleja una política exterior más amplia destinada a contener la expansión económica y diplomática de Pekín.

La retórica de Trump no se limita a China. Su enfoque en países de América Latina como México, Panamá, Brasil y Argentina revela una creciente preocupación por el impacto de las inversiones y productos chinos en la región. Este movimiento, según analistas, busca fortalecer las cadenas de suministro norteamericanas y reducir la dependencia de las importaciones chinas.

México como pieza clave de América Latina

En el centro de la atención está México, que enfrenta un dilema. Por un lado, empresas estadounidenses y mexicanas ven la expansión de fábricas en el país como una oportunidad de crecimiento, impulsada por el aumento de los aranceles a los productos chinos. Por otro lado, México necesita equilibrar su relación con Estados Unidos y su dependencia de las inversiones chinas, especialmente en sectores como la manufactura y la infraestructura.

Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ya ha implementado medidas que alinean parcialmente al país con la visión de Washington. La imposición de aranceles adicionales al acero chino y la represión de productos importados a precios por debajo del mercado son ejemplos de ello. Además, la lucha contra el tráfico de fentanilo, que incluye restricciones a precursores químicos provenientes de China, se ha convertido en un punto de convergencia con la política antidrogas estadounidense.

Mientras México avanza hacia una postura más asertiva, otros países de América Latina enfrentan dilemas. La dependencia de las exportaciones de materias primas a China, como el cobre y la soja, dificulta adoptar una posición abiertamente contraria. Sin embargo, Washington espera que los líderes latinoamericanos reconozcan públicamente la creciente influencia china y tomen medidas concretas para contener su avance.

El ejemplo de Panamá es ilustrativo. La administración Trump criticó el papel de China en el control de puertos estratégicos como el Canal de Panamá. En respuesta, la postura panameña fue defensiva, minimizando la influencia china. Según la visión de Trump, este enfoque no satisface los intereses de Estados Unidos, que espera una declaración explícita contra Pekín.

El futuro de la guerra comercial

Los próximos meses deberían revelar cómo responderán los líderes regionales a la presión de Estados Unidos. Países como Brasil, con inversiones chinas en sectores estratégicos como la minería, y Argentina, que depende de préstamos chinos, están en el radar de la administración Trump.

Mientras tanto, Pekín probablemente responderá con nuevas estrategias de cooperación, ampliando su influencia en el hemisferio. La pregunta persiste: ¿qué países se alinearán con Washington y cuáles seguirán el camino de la neutralidad?