Lorena Rodríguez, de 34 años, vivió más de dos décadas entre crisis de ansiedad y episodios depresivos. Ningún tratamiento convencional logró una mejoría duradera.
En abril, se convirtió en la primera persona del mundo en recibir una estimulación cerebral profunda con cuatro electrodos en distintas zonas del cerebro. El procedimiento fue realizado en el Hospital Internacional de Colombia por el neurocirujano William Contreras.
Según el médico, esta técnica se reserva para casos en los que todos los métodos tradicionales han fallado. “La estimulación cerebral profunda permite modular de manera continua y reversible los circuitos relacionados con el ánimo y la motivación”, explicó.
Una técnica inédita y personalizada
La cirugía implantó electrodos en el área subgenual del córtex cingulado (SCG25), asociada a la tristeza profunda. También en el brazo anterior de la cápsula interna, que conecta el pensamiento racional con estructuras emocionales como el núcleo accumbens.
Es la primera vez que se colocan cuatro electrodos —dos por hemisferio— para tratar depresión resistente. Hasta ahora no había publicaciones científicas que documentaran un abordaje así.
El procedimiento se diseñó tras un mapeo cerebral detallado con resonancia magnética y tractografía. Los electrodos se conectaron a un neuroestimulador colocado en el tórax. Este dispositivo envía impulsos eléctricos constantes para regular la actividad de las redes cerebrales.
Resultados y recuperación
Lorena estuvo despierta durante parte de la operación para evaluar las respuestas a los estímulos. “Si no lo intentaba, traicionaba la parte de mí que aún creía en la vida”, relató.
Al día siguiente, dijo sentirse “como si le hubieran quitado un peso del pecho”. En las primeras semanas tuvo dolor de cabeza y cansancio, pero también señales claras de mejora.
“Es como volver a ver la luz, como si entrara por rendijas que antes estaban cerradas”, afirmó.
Cuatro meses después, asegura que ahora puede planificar su vida sin miedo. “Sigo siendo yo, pero con espacio para vivir, no solo resistir”.
Para Contreras, este caso demuestra que América Latina tiene capacidad para ofrecer tratamientos de alta complejidad. “No siempre es necesario que los pacientes viajen al extranjero”, señaló.
Lorena resume el impacto en pocas palabras: “Elegí la vida otra vez, y esta vez con esperanza real”.