Inversores apuestan a un giro político en Bolivia ante elecciones clave

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By Isabel Gutierrez

Los bonos internacionales de Bolivia registran un fuerte repunte a pocos días de la primera vuelta presidencial, prevista para el 17 de agosto. Los mercados anticipan que un cambio de rumbo político podría estabilizar la economía y abrir la puerta a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Bolivia: Bonos en alza y expectativa de reformas

La economía boliviana atraviesa uno de sus momentos más frágiles en décadas. La inflación está en máximos de 40 años y las reservas internacionales se encuentran en niveles críticos. El gobierno enfrenta un dilema: pagar deuda externa o garantizar la importación de combustibles y alimentos.

A pesar del escenario adverso, los bonos soberanos han subido más de 30% desde enero. Superan así el rendimiento promedio de 7% del índice de deuda emergente de JPMorgan. Hoy se negocian en torno a 75 centavos por dólar, lejos del umbral de estrés financiero. Citigroup elevó su recomendación sobre estos títulos de “infraponderar” a “neutral”.

Para Carlos de Sousa, estratega de deuda en Vontobel Asset Management, un cambio de gobierno “sería positivo” y podría evitar una reestructuración. Señala que un acuerdo rápido con el FMI ayudaría a estabilizar las cuentas públicas.

La campaña presidencial se desarrolla en medio de divisiones dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), que apenas alcanza 12% de intención de voto. Evo Morales, presidente entre 2006 y 2019, fue inhabilitado para postularse.

Las apuestas favorecen al empresario de centro-derecha Samuel Doria Medina, del partido Unidad Nacional, con más del 50% de probabilidades. Promete devolver la autonomía al banco central, enfrentar la escasez de dólares y combatir la corrupción. Para ganar sin balotaje, necesita superar el 40% de los votos y tener al menos 10 puntos de ventaja.

FMI, reformas y retos inmediatos

El próximo gobierno recibirá una economía de 50.000 millones de dólares con déficit fiscal crónico y exportaciones de gas en declive. El tipo de cambio fijo frente al dólar se vuelve cada vez más difícil de defender. Según el FMI, la brecha entre el mercado paralelo y la tasa oficial llega al 80%.

La deuda externa sumaba 13.300 millones de dólares a fines de 2024. De ese total, 1.800 millones corresponden a bonos y el resto a préstamos multilaterales y bilaterales. JPMorgan calcula que las reservas líquidas rondan los 100 millones de dólares, suficientes para apenas dos meses de importaciones.

Este año, las tres principales agencias de calificación rebajaron la nota soberana a niveles más bajos de bono basura. S&P Global advirtió que las condiciones actuales podrían dificultar el pago de deuda en los próximos seis a doce meses.

Parte del alivio podría llegar con más de 1.000 millones de dólares en préstamos ya aprobados por organismos como el Banco Mundial y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón. Sin embargo, los desembolsos están trabados por disputas internas. La explotación del litio también es vista como fuente potencial de ingresos.

Para los inversores, el mayor catalizador sería un programa del FMI. Este exigiría reformas profundas: abandonar el tipo de cambio fijo, levantar controles de capital y eliminar subsidios a los combustibles. El organismo prevé un crecimiento de 1,1% para 2025 y de 0,9% para 2026, muy por debajo del promedio regional.

Analistas advierten que estas medidas abrirían la economía a largo plazo, pero con un costo social inmediato. “Pocos países pueden implementar tales reformas en un año electoral”, afirmó Ajata Mediratta, socio de Greylock Capital Management.