“No se puede entregar lo que no existe”: la crisis del agua entre México y EE. UU. se agrava bajo amenaza de sanciones

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By Isabel Gutierrez

En medio de una sequía histórica que ya acumula treinta meses sin lluvias, el estado mexicano de Chihuahua enfrenta no solo una emergencia hídrica sin precedentes, sino también una creciente disputa diplomática con Estados Unidos. La situación ha llegado a tal punto que agricultores, comunidades rurales y autoridades se ven forzadas a organizar rezos colectivos a orillas de un lago casi seco, mientras el gobierno estadounidense amenaza con imponer sanciones si México no cumple con sus compromisos hídricos.

México en deuda, Texas presiona y la sequía golpea ambos lados de la frontera

El epicentro de la crisis es el embalse La Boquilla, en el municipio de San Francisco de Conchos, donde el nivel del agua ha descendido a apenas el 14 % de su capacidad. Rafael Betance, voluntario que monitorea los niveles desde hace más de tres décadas, resume el drama con una frase: “Todo esto debería estar bajo el agua”. Pero no lo está. Actualmente, el nivel está 26 metros por debajo del máximo histórico.

La tensión crece por el tratado de 1944 que obliga a México a enviar 430 millones de metros cúbicos de agua anuales a EE. UU., a través del río Bravo. A cambio, Estados Unidos entrega más de 1.800 millones de metros cúbicos desde el río Colorado para abastecer a ciudades mexicanas como Tijuana y Mexicali.

Sin embargo, México está en mora. La escasez ha dificultado sus entregas durante buena parte del siglo XXI. En abril, el presidente Donald Trump acusó a México de “robar” el agua y amenazó con aplicar aranceles y sanciones si no cumple. Por ahora, no ha dado un plazo específico para su ultimátum.

Ante la presión, el gobierno de Claudia Sheinbaum transfirió 75 millones de metros cúbicos al embalse compartido de Amistad.

Pero eso representa apenas una fracción de los cerca de 1.500 millones de metros cúbicos que México adeuda.

La situación en el campo se torna explosiva. En 2020, dos personas murieron en enfrentamientos en La Boquilla cuando agricultores intentaron evitar que el agua fuera desviada hacia EE. UU.

Desde Texas, el agricultor Brian Jones, cuarta generación en el valle del río Bravo, se queja:

“México no ha cumplido. Lo único que pedimos es lo que nos corresponde bajo el tratado”. Según él, en 2022 Chihuahua recibió suficiente agua, pero no compartió “ni una gota”.

En cambio, los productores mexicanos sostienen que el tratado sólo obliga a enviar agua si se cubren primero las necesidades internas. Y esas necesidades hoy son extremas.

El cultivo de nogal y alfalfa en el valle del río Conchos requiere grandes cantidades de agua. Muchos agricultores aún utilizan el método de riego por inundación, que provoca enormes pérdidas del recurso.

Jaime Ramírez, exalcalde y productor local, muestra con orgullo su sistema de aspersores: “Usamos un 60 % menos de agua que inundando los campos”. Sin embargo, reconoce que no todos sus vecinos pueden costear esa tecnología.

“El problema no es falta de voluntad, es supervivencia”, advierte. “Si no llueve este año, el próximo no habrá agricultura. Toda el agua disponible se reservará para el consumo humano”.

Mientras tanto, en Texas, los productores creen que el tratado debe seguir vigente sin cambios. “Mi abuelo firmó ese acuerdo. Hoy, México no cumple y yo sólo puedo sembrar la mitad de mi tierra”, dice Jones, con frustración.

Más allá de la agricultura, la sequía ha colapsado el turismo local. El lago Toronto, una fuente clave para la pesca y el turismo, está tan bajo que la temperatura del agua amenaza con acabar con la vida marina restante. “Orar por lluvia es lo único que nos queda”, concluye Betance.