Costa Rica y Panamá han comenzado a coordinar esfuerzos para agilizar el tránsito de migrantes que se dirigen hacia el sur por sus territorios, utilizando la misma ruta que en los últimos años ha llevado a cientos de miles de personas hacia el norte.
Ambos países han tenido dificultades para adaptarse a la nueva realidad migratoria, donde cada vez más personas están regresando tras el cierre de la frontera de Estados Unidos a los solicitantes de asilo, una política implementada desde la llegada del presidente Donald Trump en enero.
Nueva estrategia de traslado
Los ministros de seguridad de ambos países se reunieron el lunes en Peñas Blancas, un puesto fronterizo entre Nicaragua y Costa Rica, para coordinar el envío de migrantes en autobuses hacia un centro de atención en la frontera con Panamá.
Desde allí, Panamá los trasladará en vehículos oficiales hasta la provincia del Darién, en la frontera con Colombia, para facilitar su salida del país y reducir los riesgos asociados con los traficantes de personas.
Según el ministro de Seguridad de Costa Rica, Mario Zamora, el plan está dirigido principalmente a ciudadanos colombianos, venezolanos y ecuatorianos que buscan regresar a sus países de origen. “Con esta estrategia, queremos evitar que los migrantes caigan en manos de redes de tráfico de personas”, afirmó.
Su homólogo panameño, Frank Ábrego, enfatizó que el objetivo es proporcionar un tránsito más organizado y seguro a través de ambos países.
Migrantes enfrentan dificultades en el retorno
El lunes, pequeños grupos de migrantes cruzaron la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, pasaron por los controles migratorios y abordaron autobuses con destino al sur.
La semana pasada, otro grupo de migrantes abordó embarcaciones en un puerto panameño del Caribe para llegar a la frontera con Colombia, evitando así la peligrosa travesía terrestre por el Tapón del Darién.
Sin embargo, no todos se sienten seguros con las opciones disponibles. La migrante venezolana Bárbara Somayor expresó su preocupación mientras compraba su billete de autobús en la frontera. “Creo que sería mejor si nos ofrecieran transporte aéreo, porque los barcos representan un riesgo tanto para adultos como para niños”, dijo. “Pero, bueno, uno tiene que asumir el riesgo”.
Algunos migrantes que han intentado regresar por su cuenta han denunciado haber sido detenidos por las autoridades de ambos países en las últimas semanas, lo que ha generado críticas de organizaciones humanitarias.
Migrantes deportados desde EE.UU. en situación incierta
Este cambio en la dirección del flujo migratorio ocurre mientras Costa Rica y Panamá también han aceptado recibir a cientos de migrantes deportados por Estados Unidos, en su mayoría provenientes de países asiáticos.
Algunos aceptaron regresar a sus países de origen, mientras que otros permanecen detenidos mientras las autoridades y organizaciones humanitarias buscan soluciones.
En el Darién, un campamento que antes acogía a migrantes que viajaban hacia el norte ahora alberga a los deportados, quienes han denunciado condiciones difíciles, falta de información y ausencia de asistencia legal.
El sábado, un grupo de abogados presentó una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos solicitando medidas de protección para garantizar los derechos de los migrantes detenidos.
Este panorama refleja la creciente complejidad de la crisis migratoria en la región, donde los gobiernos intentan equilibrar la seguridad con el respeto a los derechos humanos en un contexto de endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos.