Ciudades fronterizas de México en incertidumbre mientras amenazas de aranceles generan temor de recesión

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By Isabel Gutierrez

Tan pronto como el sol comienza a brillar sobre las cercas que dividen Estados Unidos y México, los motores de camiones cargados con piezas automotrices y componentes de computadoras rugen en los puentes fronterizos, mientras trabajadores somnolientos ingresan a las fábricas para ensamblar una variedad de productos destinados al mercado estadounidense.

Durante más de medio siglo, este ritmo diario ha sido el motor de una maquinaria transnacional que generó más de 800 mil millones de dólares en comercio entre EE. UU. y México solo en 2024.

Expertos advierten que los aranceles podrían paralizar las economías fronterizas mexicanas, que dependen de las fábricas para producir bienes destinados a EE. UU., como autopartes, suministros médicos, componentes de computadoras y diversos productos electrónicos. Esta situación probablemente empujaría al país a una recesión. Los trabajadores temen por sus empleos, mientras que los líderes empresariales afirman que la incertidumbre ya ha llevado a muchos inversores a ser más cautelosos.

“Es un conflicto entre gobiernos y somos nosotros los más afectados”, dijo Carlos Ponce, un camionero de 58 años, apoyado en su camión en el cruce aduanero entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas. “Mañana, ¿quién sabe qué pasará?”

Ponce, que transportaba amortiguadores de automóviles, comentó que ha pasado los últimos 35 años cruzando mercancías por la frontera, al igual que lo hacía su padre. Ahora, no sabe cuánto tiempo más podrá continuar.

La dependencia de las maquiladoras

Las maquiladoras, fábricas orientadas a la exportación, son el corazón de la economía de Ciudad Juárez, con el 97% de su producción destinada a EE. UU., según datos del Ministerio de Economía de México. Estas fábricas nacieron en los años 60 para impulsar el desarrollo económico en el norte del país y reducir los precios para los consumidores estadounidenses. Las maquiladoras crecieron significativamente tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que luego fue reemplazado por el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), negociado durante el primer mandato de Trump.

Hoy, letreros luminosos con la cotización del dólar frente al peso mexicano brillan por toda la ciudad, recordando los estrechos lazos entre ambos lados de la frontera.

“Todo lo que pasa en Estados Unidos, ya sea política económica o social, nos afecta directamente, porque las empresas aquí dependen de lo que venden allá”, afirmó Thor Salayandia, responsable de la fábrica de autopartes de su familia en Ciudad Juárez. “Estados Unidos también necesita a México para mantener la producción, pero no lo están viendo así.”

Negociaciones y medidas de contingencia

Esta semana, tanto trabajadores como empresarios respiraron aliviados cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció que había negociado con Trump el aplazamiento de los aranceles por un mes.

“Ahora estamos ganando tiempo”, comentó Salayandia.

En Ciudad Juárez, se ensamblan desde piezas automotrices hasta paneles de computadoras y camisetas con la bandera estadounidense, logotipos de equipos de fútbol americano de EE. UU. y frases como “Orgulloso de ser empleado federal”. Muchas de estas piezas cruzan la frontera varias veces antes de que el producto final llegue al consumidor estadounidense. Esta interdependencia económica hace que muchos en la ciudad tengan dificultades para imaginar un futuro sin esta conexión.

Una empresa estadounidense indicó que, si se implementan los aranceles, parte de la producción podría trasladarse a EE. UU., pero con costos significativamente más altos.

Antonio Ruiz, responsable de cumplimiento en Tecma, una empresa estadounidense que ayuda a compañías extranjeras a establecerse en la frontera, mencionó que la suya fue una de muchas empresas que convocaron reuniones de emergencia el fin de semana, tras las advertencias de que los aranceles podrían empujar a México a una recesión.

“Es muy difícil prepararse para algo que nunca ha sucedido antes”, dijo Ruiz. “Por más que queramos, lo mejor que podemos hacer es prepararnos para enfrentar el impacto a corto plazo.”

Consecuencias de la recesión a largo plazo

Salayandia y economistas advierten que cualquier tipo de arancel podría desencadenar desempleo masivo y aumento de precios en ambos lados de la frontera. En México, esto podría generar un aumento de la violencia en las áreas fronterizas al empujar a los desempleados hacia el crimen organizado, además de incentivar la migración hacia EE. UU.

Manuel Sotelo, líder de la Cámara Nacional de Transporte de Carga de México y propietario de una flota de camiones que cruza la frontera diariamente, ve las amenazas de aranceles más como una maniobra política que como una realidad económica futura.

“Ambos países quedarían paralizados”, afirmó Sotelo, sentado en un escritorio cubierto de periódicos locales con titulares sobre los aranceles, con una figura de Trump detrás de él. “Supongamos que impone un arancel del 25% a México, ¿qué harían durante el Super Bowl sin aguacates?”

No obstante, Sotelo reconoce que el simple discurso sobre aranceles ya ha causado daños. Él y otros líderes empresariales afirman que, en el último año, han observado una disminución en las inversiones en Ciudad Juárez debido a la incertidumbre política, ya que los inversores dudan en apostar por negocios que podrían desestabilizarse por decisiones en Washington.

Aunque la elección de Trump ha sido el principal factor de esta incertidumbre, las elecciones de junio en México y una reforma judicial controvertida promovida por el partido gobernante también han contribuido al clima de inseguridad. Sotelo mencionó que experimentó una caída del 7% en los negocios el año pasado y espera que esta tendencia continúe hasta que se resuelvan las amenazas de aranceles.

Un colectivo de maquiladoras en la ciudad informó que al menos tres fábricas han detenido su producción.

“Cada vez que escuchamos este tipo de discursos de los líderes políticos, de quienes están al mando de nuestros gobiernos, es como una sacudida para la frontera”, concluyó Salayandia. “Porque la frontera es un termómetro global. Nuestros productos van a todo el mundo. Esas empresas buscarán en otras partes del mundo donde puedan seguir compitiendo.”